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Ucrania ejecutó una operación militar a gran escala denominada Spiderweb, en la que atacó varias bases aéreas rusas ubicadas a miles de kilómetros dentro del territorio enemigo. Según el Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU), el ataque destruyó decenas de aviones de combate y causó daños valorados en 7.000 millones de dólares. Los bombardeos, llevados a cabo con 117 drones, se produjeron en la víspera de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania en Estambul.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky confirmó que la operación había sido planificada durante más de un año y medio, logrando alcanzar el 34% de los portamisiles de crucero estratégicos rusos. Entre los aviones destruidos se encuentran bombarderos estratégicos TU-95 y TU-22M3, además de un sistema de vigilancia A-50. La ofensiva envía un mensaje claro a Rusia sobre la capacidad de Ucrania de ejercer presión en el conflicto, que ha superado los tres años desde el inicio de la invasión.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó los bombardeos en cinco regiones y calificó la ofensiva como un “ataque terrorista”. Moscú aseguró que varias aeronaves se incendiaron y que algunos responsables de la operación fueron detenidos. En paralelo, Rusia lanzó su mayor ataque con drones contra Ucrania desde el comienzo de la guerra. Mientras ambos países retoman las negociaciones de paz, persiste la incertidumbre sobre el futuro del conflicto y la posibilidad de llegar a un acuerdo definitivo.
